28 de octubre de 2010

¿Se puede ser santo en una vida de tan sólo 19 años?

Beata Chiara ‘Luce’ Badano

La respuesta es sí: estar cerca de Dios, no es una cuestión de edad. Podríamos citar inmensidad de ejemplos que lo confirman, como el de Chiara ‘Luce’ Badano, una joven italiana de 19 años, que acaba de ser beatificada, y que mañana celebramos su fiesta. Nació en 1971 en Sassello, una pequeña localidad del norte de Italia. Era la única hija de Ruggero y María Teresa Badano. Le gustaba cantar, bailar, la natación y jugar al tenis, y le encantaba el mar y la montaña.

En 1981 conoció el movimiento de los Focolares, gracias a una amiga suya llamada Chicca. Chiara puso, desde su adolescencia, a Jesús en primer lugar: trataba de ir a misa todos los días, leía el Evangelio, hacía oración... Al mismo tiempo mostró la fe con su comportamiento: daba la merienda a personas necesitadas, hacía apostolado con sus amigos...

Un día, mientras jugaba al tenis, sintió un dolor tan fuerte en la espalda que se le cayó la raqueta. Los dolores fueron empeorando, y los médicos le diagnosticaron un tumor óseo.

Cuando llegó a casa, después de la primera sesión de quimioterapia, no quería hablar. Su madre recuerda: “La miraba y veía toda la lucha que estaba teniendo dentro de sí para dar su sí a Jesús. Después de 25 minutos se dirigió a mí, con la sonrisa de siempre, diciendo: ‘Ahora puedes hablar’. En ese momento me pregunté cuántas veces habría tenido que repetir ese sí en el dolor. Pero Chiara empleó 25 minutos y desde entonces nunca se echó para atrás”.

“Tengo aún mi corazón”

Chiara fue sometida a una operación, sin éxito, y perdió el uso de sus piernas. Durante los meses de enfermedad repetía: “Por ti, Jesús, ¡si Tú lo quieres, yo también lo quiero!”. No perdió su sonrisa luminosa, a pesar de las dolorosas curas a las que fue sometida. Rechazó la morfina porque decía que le quitaba la lucidez mental para lo único importante: ofrecer sus dolores por la Iglesia, los jóvenes, las personas que no creen, el movimiento de los Focolares y las misiones. Estaba convencida de que “el dolor abrazado hace libre”. Y decía: “No tengo nada más, pero tengo aún mi corazón y con él siempre puedo amar”.
Chiara fue apodada ‘Luce’ (luz en italiano) por la fundadora del movimiento de los Focolares, con quien mantenía una intensa relación epistolar.

Su médico, una persona no creyente y crítica respecto a la Iglesia asegura: “Desde que la conocí, algo ha cambiado dentro de mí. En ella hay coherencia, en ella todo el cristianismo me cuadra”.

Chiara quiso preparar su propio funeral: los cantos de la misa, el vestido y el peinado: “Todo para ella era una fiesta –cuenta su amiga Chicca–. Me dijo que quería ser enterrada con un vestido blanco, como una esposa que va a encontrarse con Jesús”. A su madre le comentó: “Tienes que ser feliz porque yo lo soy. Cuando yo no esté ya contigo, sigue a Dios y encontrarás la fuerza para ir siempre adelante”. Chiara murió el 7 de octubre de 1990 tras una noche de mucho sufrimiento.

Veinticinco mil personas asistieron a su beatificación, celebrada el 25 de septiembre de 2010 en el santuario Divino Amore, cerca de Roma. Es la primera persona del movimiento de los Focolares que es elevada a los altares.

El Santo Padre ha dicho de Chiara: “¿Cómo puede una muchacha de 17 ó 18 años vivir un sufrimiento así, humanamente sin esperanza, difundiendo amor, serenidad, paz, fe? Evidentemente se trata de una gracia de Dios, pero esta gracia también fue preparada y acompañada por la colaboración humana: la de la propia Chiara, ciertamente, pero también la de sus padres y amigos”.
La fiesta de la nueva beata ha sido fijada el 29 de octubre.

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